8.4.07

Infinito

El observador sabe por sentido común el error de esta conjunción. Es un callejón sin salida. Un bucle. Un dibujo de Escher. No hay que encontrarle sentido a la locura del cadáver exquisito.
- Mi espacio. Nuestras aproximaciones al infinito.
- O nuestras figuras que rellenan el plano y que van aumentando o disminuyendo hasta dar la impresión de ser un número infinito.
- No hay impresiones. Hay ideas. Mi idea es sencilla: ir dibujando. Tu idea es eterna.
- Mi idea es la fascinación de descifrar cómo encerrar algo infinito en una superficie finita.
- Tu idea te dejó atrapado en tu narcisismo lógico y tu infinito. Tu idea te derritió en repeticiones pautadas y distorsiones visuales, en ciclos enfermos. Fuimos el ensamble de dos perspectivas opuestas.
- Sí, es frío y repetitivo.
- Y yo no pretendo conmoverte. Ya no. Abandoné el desafío de tu asfixia vacía. Tal vez soy yo la ingenua.
- ¡Vos no estas en condiciones de imaginar algo que esté por definición vacío!
- Vos no existís cuando los soles negros ocupan sus lugares. Te dispersas en los fragmentos de las horas y en los ojos mirados, hasta en mí. Me arrastras a sombras de tiempo sepultado.
- El sol está sobre el horizonte, en el momento en el que todo el cielo se colorea de rojo. En ese momento no hay sombras.
- Y ese momento no es un rojo definido. Son cientos de tonalidades.
(Silencio)
- ¡Es tan claro! El mar enmudece, como vos.
- Es mi hora preferida.
- Es la hora de tu escape. De tu último fragmento de Sol.
Nada los contiene. Es el infinito. El espacio que los define. Es fácil de imaginar el espacio que separa toda la materia del universo. No es fácil el diálogo de la pelea, metido en sus masas compactas, comprimidas al máximo, que se buscan y se abrazan exactamente en el momento anterior al Big-Bang.
(Explosión. Y Silencio. Otra vez.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo esperando que me resuene el BigBang. el tuyo digo.

Maximiliano dijo...

CyC: Dejame retomar una rama del texto original... El dialogo es la explosion. El espacio, el silencio. Y entre ellos dos, entre el dia y la noche, esa nostalgia de rojo inmenso:

Y un poco más tarde agregabas:
- Sabes... cuando se está tan triste a uno le gustan las puestas de sol...
- El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces muy triste ? - Pero el principito no respondió.

El atardecer es ese eje entre el dialogo y el silencio. Quizás el melancólico dialogo lo entristecia. El silencio infinito de la noche tal vez lo reconfortó.