17.12.08

Un pero para mis certezas

Buenísimas tardes tenga usted, bellecidad invariable!

Tengo cosas para decirle a través de éstas frías letritas tan prolijamente acomodadas. Espero haya resuelto aquello que la tenía malgastando lágrimas. Por lo pronto no tengo novedades sobre el finde, pero nos mantenemos en contacto. Tendremos que masticar hasta el cansancio la teoría, hasta convencer a nuestros cuerpos.

Ufa! Yo me había ilusionado con que eran reclamos y celos... Despejando las dudas me quedó algo medio inconcluso:

1) En el caso de que yo anduviera en otros menesteres, a ud. ¿le hubiera movido algo?; 2) ¿Por qué?

Aunque sean muchas palabras quiero escucharlas o leerlas. Creo que no entiendo. Igual, en todo esto no sé cuánto hay de literatura y cuánto de autobiográfico, pero me interesa ya que de cualquier forma me habla de ud... Y quiero más.

Bueno, parece que los dioses se han vuelto en mi contra no permitiéndome escoltar a tan maravillosa expresión de la belleza, haciendo funcionar tan mal a esta barra espaciadora y no abriendo dos de los escritos que usted tan amablemete me ha hecho llegar.

Me despido aclarando que los aplausos de este cierre son sin duda para usted y para su pluma encantada.

PD: "El amor dura cinco minutos". Un día, si quiere, nos tomamos 123 cervezas, algún que otro fernet y le cuento yo... Por lo pronto, si este fuera el Titanic yo estaría bailando.
PD2: Galena le sienta bien y no es casualidad que sea la ninfa de la calma.

9.12.08

En cuanto a mí

"Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda."
[Oliverio Girondo]

30.11.08

Suzy Snapshot


She moves and poses like a real model! Just click and flash!
Ph.: LL por AL / 2001

19.10.08

7.10.08

Le Petit Prince

¡Vamos a mi terraza, vamos que tiene piso de cerámica!
Vamos que siempre es primavera.
Te sigo, no me pierdas.
Deleitame con perfume.
Y que el sol cambie su color.
Al color que yo quiero.
Vení.
Quiero.

30.8.08

Resúmen de la mujer en Venecia

- Bueno, no. La idea era hacer algo, pero si no me iré a dar una vuelta por ahí con los chicos.
- Me parece bien. ¿Sabés a quién me crucé el otro día? Al del colegio... no me acuerdo el nombre, ese que fumaba mucho.
- ¿El que se drogaba?
- Noo! El que fumaba mucho, no te hablo de marihuana.
- Ahh, sí, pero no me acuerdo el nombre. Yo me crucé a la ex por la facu una vez. Bah, creo que era la ex porque estaba muy cambiada. Una vez por hacerle la gamba me quedé toda una tarde con ella en el parque haciendo tiempo.
- Jaa! ¿¿De verdad??
- Sí. Me acuerdo porque me dijo "El diálogo asesina el aburrimiento, abre las ventanas y se respira aire nuevo, hablemos!". Cuántas boludeces. Nos creíamos sabios por usar palabras grandes. Era buena compañera igual. Me prestó un libro esa tarde, nunca más la vi, nunca más se lo devolví.
- ¿Qué libro?
- La vuelta al mundo en 80 días.
- Un amigo mío es fanático de Verne...
- Lo conozco.
- ¿Lo leíste? Por lo menos...
- No.
- ¡¿No?! Que lo tenés, ¿juntando polvo?
- Qué se yo.. Es de ella el libro. Leerlo sería robarle frases que nunca leyó.
- Es un libro.
- Y es de ella....
- Pero la viste y no se lo devolviste.
- ¿Y?
- Que los libros son egoístas. Nunca vuelven. Es tuyo.
- Y el diálogo no oculta silencios, los enfrenta o los contiene.
- ¿A vos ella te contuvo?
- ¡Era la novia de un conocido!

- ¿Y? Si tenés años de no verlo y nunca te cayó bien... Ahhh, vos nunca la tuviste.
- Eran amores diferentes.
- Podríamos ir a tomar un trago al bar si querés.
- Lástima, se esta bien aquí. Preferiría quedarme si no te molesta.

- ¿Qué fue eso?
- No es nada. Después pasa...
Hay un sol imprescindible afuera, ¿no?

21.7.08

Bijouterie

Se me nota. ¡Estoy enamorada de los pies a la cabeza! Siento ese aleteo irrefrenable batir fuertemente en el pecho... y en cada uno de mis suspiros libero tu nombre. Y sí, no es extraño que esté loca por vos.
Ahora, en serio, y aunque nadie me lo haya pedido, mi opinión: Quien esté escribiendo esto (¿yo?) sin duda conoce muy bien el lenguaje y las normas gramaticales. Sabe, por su experiencia, que el amor tiene doble filo. Y parece haberse cortado con ambos.
Descifro que la tinta utilizada tiene tanto de grana, como de ilusión, como de dolor.

Llueve, pero yo no.

20.7.08

Ensayo final

Sos incapaz de hacer y narrar tu propia experiencia. ¿Dónde quedó la tuya? ¿Por qué a través de mi buscas comunicarte, comprenderte? ¿Que te escuche...? Quedate. Tal vez encuentres un lenguaje que pueda ponerte ponerte en acción.
Sólo sos formación cuando sos capaz de narrarme tu propia decisión e historia. Pero no, te quedas en silencio.
Hoy no me convence tu relato, tu historia de vida que me dice "El mundo es así". No me exhorta y no me aconseja: "Mirá el mundo así". Ya no me interesa tu tiempo porque ahora somos dos extraños y ya no me paso horas buscando si te salió un nuevo lunar. Te dejo con tus domingos lluviosos y sin visitas.

28.6.08

Decálogo

- “Parece un cuento infantil”
- “No importa esta bueno, seguí”
- “No, no me gusta, tacho todo y lo hacemos normal”
- “Nooooo” (todos)
- “Bueno, entonces escribí vos”

- “Pero ahí se pierde la rima”
- “Ya fue la rima, se fue a la mierda”
- “¿Por qué lo vamos a hacer socialista?”
- “Entonces sacalo del principio”
- “¿Después vuelve la rima?”

- “Sí, fue la rima hay que sacarla desde el principio”
- “Sí, tenés razón”

- “Esta es botona, es la vigilantes del grupo”
- “Parece la que toma nota en los juicios, ta ta ta ta ta, o en la comisaría”
- “Che ¿y la rima?”
- “Yo abandoné la rima y el pensamiento”

- “No podes dejarlo así, cambiale el principio”
- “Bueno, dale
- “La patafísica no tiene sentido”

- “¿Porque las mujeres tienen linda letra?”
- “Bueno, basta no voy a escribir todas las boludeces que dicen”
- “Vos te comprometiste, seguí escribiendo”

- “¿La canción no la vamos a poner?”
- “Si, si después”
- “Hay que meterle algo antes”
- “Eso que vos dijiste de las estrellas”

- “Me salió rima, pero fue sin querer”
- “Ja, ja es tu naturaleza (risas)”

- “No, eso no, queda re drogoncito
- “Si, si no da”
- “El habano no”

- “Terminalo y ya, y tu decálogo también”
- “Las cosas inconclusas no le complacen”
- “Por eso vos me molestas, porque sos inconclusa

14.6.08

Péndulo

La habitación fue víctima de un silencio absoluto durante un par de minutos, tan solo la extraviada mirada a la puerta. Lo vi. En el mundo del hoy estamos a merced de esta mirada, del tiempo y sus imperfecciones. ¡Mire donde sea, veo el mundo frágil! Su fauna, su flora, sus ecosistemas, sus relaciones humanas cada día más sofisticadas, la prisa por los logros, desentendimientos en las relaciones afectivas y otras situaciones.
Y es cuando uno llega a la conclusión de que el mundo se repite una y otra vez, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, en todos sus aspectos, tanto en cada vida individual como en el tiempo del universo.
Sin embargo, todo se rompió. tu "tranquilízate y tomá un poco de te", el grito que me vuelve difícil de ver, oír, y entender. Hasta identificarme con vos, tus costumbres, tus yo, tus mío, tu única verdad. Sobre todo, lo mejor. Y esto muestra como todo es tan cambiante y vulnerable a la vez. Dejá de preguntar cuánto tiempo hay que esperar para que todo ocurra todo exactamente de la misma manera.

21.5.08

Camino de la tierra a la luna del principito...

19.5.08

(Des)hielo

Al animal caliente le queman las palabras y le duele el devenir del azar que lo obliga a quedarse mirando el suelo de hielo, sintiéndose inseguro ante la posibilidad de romperlo con la temperatura de su fluir. Para el animal caliente es imposible no sentir la presión de un tiempo que le recuerda la siempre-presente posibilidad de perderse en la profundidad de ese lago azul negro, como consecuencia de su propio calor interno. No saber si esconderse o reflejarse le provoca un movimento incesante, un ir y venir incontrolable hacia su locura de pensamientos que no quieren descomponerse. Y entonces el animal deviene ahogado en su propio miedo, aquel que lo obliga a quedarse a ver cómo el agua corre de un lado a otro (a diferencia de él), sin poder (*) hacer nada. Es ahí dónde ve extendida su alma, perdida bajo la capa de hielo.

Él se deshace en la misma escencia donde nacen y viven sus conceptos: por un lado sabe que es su calor el que le provoca la muerte, por el otro, es el frío el que lo aisla de su escencia hasta faltarle el respeto. Igualmente, el animal caliente reprime todo el calor de su cuerpo, suprimiendo sus ganas perdidas de arrodillarse para acariciar el suelo. Pero así y todo, para el animal caliente es imposible olvidar el recuerdo de esos finos hilos de agua caliente que alguna vez bailaron por sus dedos. Ese mismo calor que alguna vez lo llevó a imaginarse cómo cambiaría el curso del agua con sus propios golpes.

Imposible decisión para el animal caliente que no sabe. ¡No sabe! No. No sabe, porque su realidad no es movimiento, no sabe porque el hielo lo atormenta con la duda y no sabe porque le es imposible alterar la contingencia que lo divide, lo refleja, lo doblega, lo propulsa, lo oculta más allá de las líneas del horizonte. Todo al mismo tiempo lleva al animal caliente a perderse en la desesperación que lo transforma en acción, en ardor, en dolor y así el animal deja de cerrar sus ojos para brotar desde adentro, donde sólo él puede mirar. Es su escencia la que ya no quiere seguir tragando la saliva de la sed para acariciar la superficie con los dedos y así poder liberarse, sentir que el agua hierve tanto como él, metiéndose de lleno en su final. Ahora el animal sabe que busca simplemente abrazar ese momento en el cual perderse en su libertad. Pero, ¿cuál libertad?

Y como el animal caliente ya no pertenece al espacio-tiempo de su ambiente, ya no le es posible aferrarse a ese sentimiento que le sirvió de agarre y la acción lo lleva a soltarse en el momento en el que el hielo empieza a agrietarse. Así el animal saboreó su fin, hundiéndose bajo el agua, deshaciéndosese de calor en vapor. Así el animal recuperó su alma que lo llevó a sumergirse en el más dulce y profundo sueño de calor.

Y aunque ya no sirva de nada el segundo que pasó para el halago, aquel fue el día en el que el animal encontró el borde que le permitió subirse a su eterno dominio, más alla de su corporeidad, en el centro mismo de su pura existencia. Ahora queda el sueño y el resplandor del despertar que algún día permitirá al animal poder ver el color puro de su cielo y ya no del hielo.

(*) querer

11.5.08

Allan Claudio Withington

“Adolfo, grandes cariños desde Argentina” fueron las palabras dedicadas por Allan Claudio Withington a Hitler. Tras el volante de su avión Lancaster y sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, fue la cabeza de una de las tantas estrategias de contraataque: al mando de su grupo lanzó un millar de tiras metálicas sobre la casa de Hitler con el fin de perturbar y despistar a los radares alemanes hasta saturarlos. Cuarenta años después, Withington terminó utilizando esa misma estrategia enseñada por el bando de los aliados en contra de quien alguna vez fue su maestro, esta vez para despistar radares del enemigo inglés, en la guerra que se desenvolvió en las Islas Malvinas. El mensaje de Tito era otro: “En el campo se acostumbra a querer agarrar al toro por las bolas. Galtieri quiso agarrarlo todo y el toro se lo llevó puesto…”

Son unos pocos los sobrevivientes de la segunda guerra mundial, son muchos menos los que después de la guerra decidieron aterrizar y luchar por el suelo nacional en contra de aquellos que alguna vez fueron del propio equipo. Allan Claudio Withington (Tito para los familiares y allegados), nació el 11 de noviembre de 1923 e integró el escuadrón 625 con base en RAF Kelstern, Inglaterra. Ya adulto dio lo suyo para hacer nacer al Escuadrón Fénix perteneciente al bando militar argentino.

Allan Withington participó alternadamente para un bando y para el otro. Del lado inglés, su pasión por el aire lo motivó a ofrecerse como voluntario. Del lado argentino, defendió a su patria. Todavía no había cumplido 20 años de edad cuando se plantó frente a su familia con la idea que lo obsesionaba: volar. “Yo tengo que ir allá a pelear para los ingleses”, dijo en su casa antes de subirse a un barco carguero que zarpó desde Buenos Aires con carne y cereales destinados a saciar a una Gran Bretaña en guerra. Una verdadera pena que Hitler se haya volado la cabeza (o así cuenta la historia) sin saber del mensaje que este cordobés descendiente de ingleses tenía para darle.

Por iniciativa propia se dirigió a la embajada inglesa para enrolarse en el bando aliado. Como Tito, unos 3.000 argentinos no quisieron quedarse afuera de la historia y se ofrecieron como voluntarios en la Segunda Guerra Mundial. “En el barco se empezaba a sentir todo. Es más, como nadie sabia qué se iba a encontrar una vez estando en la guerra, alguien gritó “¡¡Submarino, submarino..!!”. Imaginate, todos nos asustamos hasta las patas. Pero resultó ser una ballena…”.

En el mismo barco conoció a Harold Hyland, otro argentino afiliado a la odisea de cruzar el océano para frenar a Hitler. Pero Harold tuvo menos suerte que Allan. A él le tocó llorar a Peter, el hermano que no volvió de la guerra. Allan terminó sumando a la hermana de Harold, Sheila, a su familia mujer a quien convirtió en la señora de Withington. Ellos fueron integrantes del Escuadrón Anglo Argentino 164 "Firmes Volamos", creado en 1942.

Allan se alistó en la Royal Air Force (RAF) de Londres y se entrenó con las fuerzas norteamericanas, donde recibió el adiestramiento necesario para manejar, controlar y manipular la tecnología aérea. “De paso recorrí todo el mundo. Así conoció Europa, el norte de África, Asia… Recorrí, no por placer, sino para buscar prisioneros. Supongo que no es lo mismo”. Durante la guerra cumplió la función de camuflar el escuadrón de aviones que seguía la cola de su avión. Al mando de su grupo, Tito era el encargado de soltar miles de papelitos metálicos que funcionaban como anzuelo y despiste. Estos papelitos eran captados por los radares alemanes que perdían toda precisión y exactitud al tomar las señales como si fueran las posiciones de los aviones atacantes.

Debido a que Withington nunca quiso aceptar la ciudadanía inglesa, una vez finalizada la guerra volvió a Argentina con el fin de mantener su trabajo como piloto. Así fue como de vuelta en el país trabajó en empresas nacionales como Aerolíneas Argentinas y Austral. Además de ser piloto de vuelo, Tito colaboró con las Fuerzas Aéreas Argentinas (FAA) donde participó como instructor de vuelo de viajes comerciales y de simulacros de emergencia.

Allan nunca fue un hombre que se fuera a quedar quieto. En 1978 decidió jubilarse para poder trabajar en el Banco de Italia, donde tuvo su primer contacto con los aviones que completaron esa pasión que fue incubando a través de los años. Gracias a ese trabajo, conoció a un pájaro del aire con plumas de metal, superior a cualquier otro que hubiese visto: los aviones Lear Jet, de increíble velocidad y tecnología. “Pasó a ser piloto de lujo, chofer de lujo. Trasladaba presidentes entre países y de paso entrenaba a otros pilotos que iban a trabajar con los Fortabat…”.

Pero en 1982, historia conocida: agresión Británica de por medio, Tito no pudo aplacar aquella iniciativa que en 1942 lo llevó a participar voluntariamente en la guerra. Así, vio nacer al Escuadrón Fénix como el ave que resurge de sus cenizas, el cual tuvo su Bautismo de fuego en el conflicto del Atlántico Sur durante la guerra de Malvinas. Tito fue uno de los tantos chicos que de trabajar medio tiempo como ninjas y defensores del universo se ofrecieron como voluntarios para combatir en la Segunda Guerra Mundial a favor de los aliados. Uno de los tantos que de ser jefes de familia, abogados, ingenieros, maridos, padres y esposos, cambiaron el proceso de ilusiones, aspecto, habilidades, ideas políticas, amores y pasiones para ser hombres que arriesgaron a dejar la fantasía de soldaditos de plomo para encarnarlos en sangre propia.

Fue integrante del primer grupo de treinta aeronaves, pilotos y mecánicos aeronáuticos que se despacharon al Sur del País cubriendo las diferentes movilizaciones y despliegues implementados por la Fuerza Aérea. Al igual que en 1942, en esta ocasión tampoco dudó al momento de luchar en Malvinas. La ironía fue que, esta vez, el enemigo era aquel bando inglés al que alguna vez defendió. “No, bombas no tiró nunca. Vio morir a un compañero y prefirió ser la punta de su escuadra con el objetivo de despistar radares alemanes para lograr camuflar el ataque de los aviones. Lo mismo que había hecho en la segunda guerra…”, comentó Daniel Withington, uno de los 7 hijos de Tito. “Pero así como se les sumó sin chistar en el 43, en el 82 fue del bando de el que no salta es un inglés”. En la Guerra de Malvinas se subió a un avión. Peleó con y en contra de Inglaterra. Voló un Learjet del por entonces Banco de Italia y podría haber argumentado algo para no ir pero donde iba el avión iba mi papá. Imaginate, si se fue a la guerra a los 18, a los 60 y pico no iba a ser menos. Le dieron un uniforme y no lo vimos por una semana.”

Una vez iniciada la guerra en Malvinas, Allan se acercó a quien era su jefe en el Banco de Italia para pedir prestados los aviones con el fin de ser usados a favor del país argentino, debido a la amplitud del alcance de los radares. Con 59 años, se embarcaba al encuentro de lo que sería una guerra muy diferente a la jugada años atrás en suelo Europeo. “Los militares son unos pelotudos. No podíamos ganar, pero no podíamos dejar que mueran todos tan impunemente.”, dice Allan.

La Fuerza Aérea Argentina, ante la necesidad de aumentar los volúmenes de carga y pasajeros a ser transportados a las Islas Malvinas, movilizó parcialmente medios aero-comerciales pertenecientes a Aerolíneas Argentinas y Austral. El otro componente fue compuesto por los miles de soldados que fueron enviados al suelo frío del sur para defender un país que participó en una guerra nacida de las falencias intestinas de un gobierno dictatorial en decadencia. Withington había conseguido uno de los tantos aviones civiles que simulaban aeronaves de combate en los radares de la Fuerza de Tareas Británica y que motivaban continuas alarmas e incursiones de parte de las Patrullas Aéreas de Combate (PAC). Muchas de las salidas de esta aeronave dentro del Escuadrón Fénix encubrieron exitosas misiones de combate que ocasionaron notorias pérdidas a las fuerzas expedicionarias inglesas en el marco de la Guerra de Malvinas.

Las aeronaves que fueron usadas contaban con múltiples ventajas: velocidad, excelente nivel de vuelo y mimetización ante la imposibilidad de ser discriminadas por los radares del enemigo… Pero él sabia la las pocas chances que había de ganarle a los ingleses. Allan había volado esos aviones y nos decía que íbamos a perder la guerra. Por eso lo tildamos de loco. Pero tenia razón, ese sistema bélico era insuperable”, comenta Susana, actual esposa de Daniel Withington.

En el sur del país, Tito realizó tareas de retransmisión en vuelo, exploración y reconocimiento, búsqueda y salvamento, diversión (para confundir al enemigo y mantenerlo en alerta permanente) y guiado de escuadrillas de combate hasta las proximidades del objetivo. Pero la gran distancia desde el continente a las Malvinas imponía limitaciones para la operación de los aviones, por ello se seleccionaban las pistas próximas al archipiélago, estableciéndose las bases en Trelew, Comodoro. Rivadavia, San Julián, Santa Cruz, Río Gallegos y Río Grande. En la base ubicada en Río Gallegos, Allan dedicó sus actividades a practicar lo que el bando enemigo le había enseñado.

Entre las tantas picardías que se podrían argumentar contra las fuerzas argentinas, Tito recuerda el hecho de que las aeronaves no se encontraban artilladas, de modo que las mismas se enfrentaban al enemigo sin la posibilidad de dar respuesta bélica alguna. Por lo tanto, la única alternativa con la que contaban los pilotos de vuelo constaba en quedar librados a su buena suerte y a las maniobras evasivas que pudieran realizar para evitar impactos mortales de la agresión de aviones SeaHarrier enemigos, misiles lanzados desde tierra o de las posiciones navales. Igual desventaja y pérdida de chances tenía lugar en caso de enfrentamiento y ello era así por el hecho de que estas aeronaves no contaban en ningún caso con la posibilidad de eyección o del lanzamiento en paracaídas de sus tripulantes.

Fue en el cielo donde encontró la fascinación de su vida pero fue ese mismo cielo bajo guerra el que le quitó la vida de uno de sus amigos. “No quise subir más. No quería saber más nada. Pero uno de los militares con mayor rango que el mío me puso un chumbo en la cabeza y me dijo: “o subís o te bajo yo”… Y yo no podía dejar a una familia con siete hijos”.

Las ironías de la vida hicieron que veinte años después de la finalización de la guerra contra Gran Bretaña, Tito fuese condecorado por la Corona Inglesa por su voluntariosa participación en la segunda guerra mundial. Una emotiva ceremonia en la St. Clement Danes Church y otra en la residencia del embajador argentino sirvieron para rendir homenaje a los 754 voluntarios argentinos que se alistaron en las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, de los cuales once asistieron al acto. Allí, la misma Reina hizo entrega de medallas y se presentó el libro “Alas de trueno”, de los autores bahienses Claudio Meunier y Oscar Rimondi y del pintor aeronáutico Carlos García.

Hoy en día es difícil encontrar que alguien describa su pasaje por una guerra. Y Tito no es la excepción. Habiendo vivido dos guerras sufre las consecuencias del Alzheimer, enfermedad progresiva que le ataca el cerebro y genera como consecuencias limitaciones de la memoria, el razonamiento y el comportamiento. Desde el sillón no da más detalle que lo superficial de la guerra. El resto se lo guarda. Se dedica a coleccionar pingüinos y a sumergirse en una docena de pinturas que emulan los aviones y máquinas que disfrutó manejar en sus días de actividad como soldado. Quedan pocos de estos verdaderos pioneros de la aviación para quienes volar representó alguna vez la aventura.

24.4.08

Tic Tac Tic

Ahora somos parte de un libro, de un gran nombre, porque los grandes astros han muerto. Ahora usarás esta belleza como puñal. Mejor no separarse, no soltarse de las manos, porque todo irá a parar a naufragio.

Y esto es lo último que nos queda.
Ya he estado más alla y sé que es lo último que nos queda.

Más allá somos sonidos, fragmentos, pulsiones, esquirlas. Mi nombre, mi nombre, mi nombre, es lo único que puede desprenderse. Mi oficio, mi oficio, mi oficio, es apenas un eco desencajado, una lejanía improbable. Somos engranajes y compartimos tirones...

Porque de eso estamos hechos.

26.3.08

Retorno

Era una especie de torre de cristal que se elevaba bajo sus cabezas. Arriba de todo, una terraza que dejaba ver hasta dónde alcanzaba la vista, una terraza fría, en donde las cosas se mantenían en su mismo lugar, solo cubiertas por una gruesa capa de polvo.
La escalera de metal llevaba a una esquina abandonada donde había una puerta ahora tapada por hierbas y plantas que crecían por el rocío de las mañanas. "Subí la escalera con mucho cuidado". El paso del tiempo hacía dificultosa la apertura de la puerta pesada que servía de entrada. "Vengo a imaginar que acá alguna vez crecieron margaritas y rosas...".
Doblando a la izquierda, la esquina se abría en terraza. Ahí, las baldosas se encontraban soleadas por la luz del sol y los techos vecinos se dejaban ver llenos de telarañas y nidos incrustado. "Esta terraza es mi jardín". Parecía más que un palacio, una consecuencia desastrosa de algún ataque.
Cuando llegaron al espacio central de la terraza, adornada por un charco de agua, un sentimiento extraño les entró en la cabeza. Miraron hacia arriba para ver el cielo limpio y hacia adelante para encontrarse con las
barandas que crujían oxidadas por la lluvia y el oxígeno virgen, aún por respirar. Hacia abajo, el piso de piedra, carcomido por la humedad y la intemperie. Él se sentó, la agarró de la mano y la juntó con él. Se quedaron en silencio para escuchar la melodía suave del aire que convertía al tiempo en hilos de plata.
Él soltó:
"Encontraste mi cara asomada en tu ventana rota, y me esperaste." Ella hizo que lo miró. Él siguió: "Regalále calidez a mis brazos, que quieren abrazar algo suave al fin."
Y mientras se miraban, sus rostros cambiaban conforme iban recordando cada anécdota y se fascinaron descubriendo
las sombras proyectadas por las horas. Por fin ella dijo, "Esperame y salgo hasta que me veas, hago que las gotas se transformen en tinta para tus canciones. Yo quiero dormir ahí."

4.2.08

Palabras

Poema tras canción, a lo largo de las sutiles arrugas de las manos, aprendí tu arte de sentir. Y así comprendí todos mis silencios. Sólo importaba que las palabras fueran bellas. Y nuestro abrazo... Que te hace suspirar después de un beso a tiempo. Y que deja ver como todo mi cuerpo se hace puras palabras y el tuyo pasión. No te preocupes, tu infancia te sigue esperando. Nada se ha incendiado y nadie romperá los juguetes viejos. Contame tu realidad al oído y sentí la frescura del aire sobre la piel borrando las marcas por angustias vividas. Quedate un rato observándome en la oscuridad de la noche. Llorá conmigo si sentís necesario y escuchá todos los sonidos de mi mundo interior... Poco a poco, sumergite en esos sonidos. Sonidos que evocan palabras que, solo parece, no son de nadie.

8.1.08

Piruetas sobre el aire

El silencio acomoda,
Imanes de pares,
Imanes de espejos,
Imanes de locos.

Y nos deja en el espacio,

En una sombra imaginada,
En una cama vacía,
Con un teléfono mudo.

Los dos activos,
impacientes,
brutos.

¿Distintos o muy iguales?
Somos lo mismo.
Somos el negro imaginario en el arco iris.
Formamos la lágrima blanca con el sol que no deseamos ver...

Uno, dos, tres
Vaivenes en descenso,
En libertad.
En vos.
Piruetas sobre el aire.