4.5.07

Tras (II)

Cuando me enteré, me asusté y por eso busqué alguna puerta abierta y el silencio. Pero moverse fue dar un paso que duele, porque arranca. Y como buscando encontré de nuevo los ojos que fingen destinos, opté de nuevo por apagar todas las luces y cerrar los ojos a tanto ruido. Despacio... En silencio... Fui entrando en trance y pude dormir para irme a ningún lugar.
Esta vez, fui reina a orillas del mar y me perdí en algún lado en donde fui niña salida de la espuma. Sola, parada sobre la resaca del mar, me encontré jugando con la arena. Perdida en mi abstracción, fui reina con brillos en el pelo, me deshice en ese arco iris de espuma y di mi mundo por tener un caracol de mar que me hiciera recordar que allá no es igual.
Sola, con los pies húmedos, los dedos llenos de sal, sentada en la orilla, sentí. Y en este nuevo no-tiempo alterno con olor a mar, mi cuerpo -otra vez desnudo- se hundió en la tibieza del agua calentada por el sol. Así, revelé una vez más mi origen: la piel en forma de máscara, de oráculo, de espejo. Así, me acerqué un poco más al sol.

1 comentario:

Maximiliano dijo...

"Los ojos que fingen destinos"... Después de esta hermosa frase me veo obligado a rastrear pasajes ficticios en las miradas perdidas de algún capitan de tierra (o de mar).
Ahora que lo repienso, no fingen los de mar.