1.5.09

Relojería

Aprenderé mecánica este año me digo, pero sé que es mentira, que nunca voy a saber cómo funciona un auto. Apenas una vaga idea acerca de los tiempos de un motor pero más por lo impregnado que quedó la imagen de una biela y un cilindro en mi retina - similar a una pierna sobre el pedal de una bicicleta - que por el verdadero entendimiento de lo que es una máquina. De seguro que no es un puñado de engranajes.
Cuando era chica desarmé un reloj. Y ese reloj no era chatarrerío. El reloj era otra cosa, algo inalcanzable y admirable. Desarmé muchas cosas cuando era chica. Pero cuando volvía a armarlas siempre me quedaba algo afuera o algo que no volvía a encajar como antes, por más precisión que alegase y buena voluntad involucrada. Además desarmar me llevaba el día y el día se había ido a la hora de volver a armar. Eso y mientras que desarmaba los engranajes detenían su risa y miraban hacia sus dioses preguntando porqué y cuándo volverían a recuperar sus lugares, cuándo volverían a reír y tocar, pues ahora estaban como ciegos y encantados, congelados en pequeños mundos lejanos. Muy lejanos también de sus días de gloria, cuando daban su mano al engranaje vecino y cuchicheaban sus nombres y oficios y el trato que aquel a la izquierda le daba al otro a su derecha. Comerciaban giros, rumores y secretos. Ese era el mundo de los engranajes.
De esta manera me miraban a mí, su Desmantelador. De esta manera esperaban en silencio. Mi nombre era lo que podía desprenderse de ellos. Y mi oficio... El oficio que nos aferra las manos como engranajes... Somos engranajes. Entonces mejor no separarse, no soltarse de de las manos. Porque todo ira a parar a otro naufragio y esto es lo último que nos queda. Ya estuve más allá de esto y sé que esto es lo último.

1 comentario:

Mediterráneos dijo...

"... El oficio que nos aferra las manos como engranajes... "; me uno y te leo. Al fin y al cabo, cuesta separarse ...


Beso.


"Somos engranajes"; se nota, demasiado.