24.10.07

Sol y Madrugada

Me gusta representarte. Pensar en vos cuando te extraño.
Y vos, que existís a través de mis ojos, que sabes de mí por mí. ¿De qué te enamoraste?
¡Quiero irme! Para no estar mirando el suelo de hielo, o sintiéndome insegura ante la posibilidad de romperlo con la temperatura de mi fluir.
No quiero la razón del sueño... o del teatro en ruinas que ofrece mi imaginación. Te quiero a vos.
Quiero escucharte porque sino me lastiman los sonidos.
Abrazame. ¿Me abrazás?
Extendete hacia mí. Ayudame a variar el orden del tiempo, de la tarde, para que ya no quemen las canciones, ni el azar.
¡Ay! Me es imposible no sentir la presión de un tiempo que me recuerda la siempre-presente posibilidad de perderme en la profundidad de tus ojos azul negro.
Entonces, guiame, en la desesperación que nos transforma en acción, en ardor.
Brotá conmigo desde adentro, mirá conmigo donde sólo yo puedo mirar.
Quedate.

16.10.07

En cuanto lenguaje, en cuanto mundo. En cuanto necesidad.

(...)
La sublime sensación de la nostalgia que nos hiere por mundos perdidos, por las edades que se van, por los paisajes que quedaron atrás, por sentimientos que creamos para siempre y se mueren. La búsqueda de la flor, un viaje hacia adentro, hacia lo inconsciente, para hacer emerger ese nuevo tiempo. El destiempo.

8.10.07

¿Cuántas cosas sabés? ¿Cuánto pensás? ¿Y cuánto sabés? ¿Cuántas plazas conocés? O sólo cambias la flor por papel... ¿De cuánto viento te adueñas? ¿No sabés que viene y no va? ¿Cuántas veces me mirás? Si yo bailo en el mar.

Te pido que te quedes y me cantes. Que me rimes y me bailes con poesía de día nublado, de libros, de piel. Pero, mirá, la luna se está riendo.

Grítame, grítamelo fuerte. ¡Dale! A qué te sabe el calor, la humedad, Buenos Aires.

¿A qué?

Si te digo, ¿me crees?