16.7.07

Sal

Su Roja Majestad no debiera de ronronear tan fuertemente, dijo Alicia, frotándose los ojos y dirigiéndose al gatito, respetuosamente pero con alguna severidad. Me has despertado y, ¡ay, lo que estaba soñando era tan bonito! Y has estado conmigo, gatito, todo este tiempo, en el mundo del espejo, ¿lo sabías, querido?

La oscuridad no deja ver la actitud del ánimo celoso que tiene el mapa gastado Nada perturba el paseo por las calles, ni siquiera los charcos empapados de dejadez, piedras y fiestas. Yo prefiero no correr porque disfruto seguir quieta, imperturbable lejos de esa conversación gastada de estereotipos. En cambio, elijo empezar una y otra vez esa conversación que permite, al menos, sentir el calor. El cuerpo. Te invito a abrir la boca ante el deseo de tragarnos el mar. Te cambio la espina del viento por una colección de fotos en mi álbum de sal. Yo viajo sin medir distancias en nuestro país de maravillas, eligiendo soñar mientras pasa el día.

No hay comentarios.: